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DIARIO DE REFLEXIONES

CARTAS A UN JOVEN PSICÖLOGO

CARTAS A UN JOVEN PSICÖLOGO

Persona y personalidad, esta claro que ambas palabras pertenecen al mismo campo semántico, pero ¿realmente somos conscientes de lo que conlleva éstos dos conceptos?

Al comenzar nuestras sesiones de la asignatura de Psicología de la Personalidad, partimos de la base de estos dos conceptos y, sinceramente, creo que mi concepción sobre ambos, tras estas clases, no era tan clara como pensaba.

Cuando hablo de “la persona” siempre tiendo a buscar una imagen física sobre el individuo, como un ser humano, como es su aspecto físico, como es su exterior. Y cuando hablo de “la personalidad” por norma general tiendo a buscar calificativos del tipo introvertido, extrovertido, cariñoso, amable, etc. Sin detenerme a pensar en lo que realmente conlleva el tener personalidad.

Es obvio que “por ahí van los tiros”, pero, la persona y la personalidad van mucho más allá. Basándome en las definiciones del personólogo J. M Otero-López, una persona puede ser definida como un individuo con una historia; con un pasado, un presente y un futuro. Con unos intereses propios, un ser singular, un individuo con unos rasgos y comportamientos propios que le hacen único.

Mientras que la personalidad, según las palabras de J. Sanz (Psicólogo de la personalidad) sería aquel concepto que nos permite entender como diferentes individuos responden de manera distinta ante las mismas situaciones, por qué una persona se comporta de manera similar ante situaciones distintas y por qué algunas personas presentan una respetable continuidad en el tipo de conducta que manifiesta a lo largo de su vida. Por tanto, la personalidad sería la organización dinámica de todas las características psicológicas de la persona que dan coherencia a su conducta.

Por todo ello, las psicología de la personalidad pretende integrar todos los aspectos de la conducta humana, mediante un carácter totalizador e integrador, y estableciendo las señas de identidad como una característica principal del objetivo del estudio. Tarea nada fácil para los psicólogos de la personalidad cuando pretenden buscar la mejor explicación del ser humano en su totalidad integradora.

Ahora bien, mi pregunta es, ¿se nace o se hace la persona y la personalidad? Con respecto a lo dicho con anterioridad, entiendo que tanto la persona como la personalidad comprenden ambos momentos. Por genética o/y por situaciones de los contextos en los que nace un individuo; se nace con unas características innatas que marcan al sujeto, en él como persona y en su personalidad. Y que además y como producto del paso del tiempo y a causa de las experiencias individuales de cada sujeto se va a modelar como persona y a crear su marcada personalidad.

Así pues, Cattel (1950) acierta al decir que “el estudio de la personalidad total es pues el centro del que parten todos los estudios más especializados y solo conectados con este centro progresaran”.

¿Y como diferenciar al un individuo de otro? La respuesta esta en los <>. Para diferenciar las características de personalidad entre uno y otro sujeto, los psicólogos entienden que existen cinco factores que representan los patrones relativamente estables, y consistentes de conductas de una persona; estos factores son: la Extraversión, la amabilidad, la responsabilidad, el neuroticismo y la apertura de la experiencia.

Son rasgos que sirven de base para apoyar todas las disciplinas que comprenden la psicología de la personalidad, siempre y cuando, además, sea posible establecer un equilibrio entre los datos y las teorías que forman parte de la psicología de la personalidad.

La razón de ser de la psicología de la personalidad es la explicación y la predicción de la conducta del individuo, conceptualizada como una necesidad de la psicología y posiblemente con todas las ciencias sociales, lo que consolida su carácter intersticial y su naturaleza interdisciplinar. Por ello, ni que decir tiene que se ha de apoyar en otras disciplinas para poder dar respuestas a las conductas y sus explicaciones.

 

 

Cuando J. M. Otero-López habla de imperialismo psicométrico, habla de la importancia que tiene el reflexionar sobre ante la teoría, la importancia de la práctica de una buena teoría, en definitiva, ser más dinámico y novedoso a la hora de hacer frente a las investigaciones, no hacer mal uso de los análisis factoriales.

Los factores y las teorías son los grandes pilares que sirven para explicar la complejidad del comportamiento humano.

Los intereses personales, son una función que nos permiten conocer lo que las personas quieren, lo que les motivan a actuar durante periodos concretos y cuando adoptan determinados roles.

A pesar de todo lo dicho, nos seguimos sirviendo de los llamados estereotipos, y que como opinan Mª L. Sánchez- Bernardo y Mª D. Avia, “los estereotipos sirven como atajos mentales para hacer clasificaciones rápidas de las personas. Pero esta faceta, viene a ser errónea y peligrosa”.

Mediante los estereotipos, en la mayoría de las ocasiones lo que pretendemos es clasificar a las personas de modo que creamos prejuicios con respecto a la persona, lo que provoca que en muchas ocasiones se perjudique a la persona que se encuentra encasillado de manera injusta.

En resumen, el estudio de la personalidad se debe estudiar como un sistema organizado y único. Y tener claro que, la psicología de la personalidad, como muchas otras ciencias, ha de estar apoyada en los datos empíricos, para de este modo poder ser conscientes de las limitaciones y los méritos de dicha ciencia. Por eso no solo vale con recitar las teorías, sino que se han de cotejar los resultados.

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